LA ACEPTACIÓN
EL GOZO
EL ENTUSIASMO
LA ACEPTACIÓN
Si hay algo que no podamos
disfrutar, por lo menos podemos aceptarlo como aquello que debemos
hacer. Aceptar significa reconocer que, por ahora, esto es lo que esta
situación y este momento me exigen, de manera que lo hago con buena
disposición. Ya nos referimos anteriormente a la importancia de aceptar
internamente lo que sucede, y aceptar lo que debemos hacer es otro
aspecto de lo mismo. Por ejemplo, quizás no podamos disfrutar de cambiar
una llanta pinchada en la mitad de la nada y bajo una lluvia torrencial
y mucho menos sentir entusiasmo al hacerlo, pero podemos infundir
aceptación a la labor. Realizar una acción en estado de aceptación
significa estar en paz mientras la realizamos. Esa paz es una vibración
sutil de energía que penetra en lo que hacemos. A primera vista, la
aceptación parecería sinónimo de pasividad, pero en realidad es activa y
creadora porque trae al o completamente nuevo a este mundo. Esa paz,
esa vibración sutil de energía es la conciencia, y una de las maneras de
manifestarse en este mundo es a través de la entrega, uno de cuyos
aspectos es la aceptación. Si no puede aceptar ni disfrutar lo que hace,
deténgase. De lo contrario, no estará asumiendo responsabilidad por lo
único sobre lo cual puede asumirla y que, dicho sea de paso, es lo único
que importa: su estado de conciencia. Y si no asume responsabilidad por
su estado de conciencia, no estará asumiendo la responsabilidad por la
vida.
EL GOZO
La paz
que llega con la entrega se convierte en una sensación de vivacidad
cuando disfrutamos realmente lo que hacemos. El gozo es la segunda
modalidad del quehacer despierto. En la nueva tierra, el gozo
reemplazará al deseo como fuerza motriz de las actuaciones del ser
humano. El deseo proviene de la ilusión del ego de ser un fragmento
separado del poder de la creación. A través del gozo nos conectamos con
el
poder creador.
Cuando el presente, y no el
pasado o el futuro, se convierte en el punto focal de la vida, nuestra
capacidad para disfrutar lo que hacemos aumenta drásticamente. La
alegría es el aspecto dinámico del Ser. Cuando el poder creador del
universo toma conciencia de sí mismo, se manifiesta en forma de alegría.
No es necesario esperar a que algo "importante" suceda en la vida para
poder disfrutar finalmente de lo que hacemos. Hay más importancia en la
alegría de la que podríamos necesitar. El síndrome de "esperar para
comenzar a vivir" es uno de los engaños más comunes del estado de
inconciencia. Es mucho más probable que la expansión y el cambio
positivo se manifiesten en el plano externo de la vida cuando
disfrutamos de lo que hacemos en el momento, en lugar de esperar a que
se produzca un cambio para poder comenzar a gozar. No le pida a su
mente
autorización para gozar de lo que hace. Lo único que recibirá serán
miles de razones para no disfrutar. "Ahora no" dirá la mente. "¡No ves
que estoy ocupada? No hay tiempo. Quizás mañana puedas comenzar a
gozar...". Ese mañana no llegará nunca a menos que comience a disfrutar
lo que hace en este momento.
Cuando decimos que
disfrutamos haciendo esto o aquello realmente estamos cayendo en una
percepción equivocada. Hace parecer que derivamos alegría de lo que
hacemos cuando en realidad no es así. La alegría no emana de lo que
hacemos, sino que fluye hacia lo que hacemos y se manifiesta en el mundo
desde las profundidades de nuestro ser. La idea errónea de que la
alegría viene de lo que hacemos es normal, pero también peligrosa porque
crea la noción de que la alegría es algo que puede derivarse de alguna
otra cosa, como una actividad o una cosa. Entonces esperamos que el
mundo nos brinde alegría y felicidad cuando en realidad no puede
hacerlo. Es por eso que muchas personas viven en un estado permanente de
frustración. El mundo no les brinda lo que creen necesitar.
¿Entonces
cuál es la relación entre algo que hacemos y el estado de alegría? Que
disfrutamos cualquier actividad en la cual estemos totalmente presentes,
cualquier actividad que no sea solamente un medio para alcanzar una
finalidad. No es la acción realizada la que disfrutamos realmente sino
la sensación profunda vivacidad de la cual se impregna la actividad.
Esto significa que cuando disfrutamos haciendo algo,realmente
experimentamos la alegría del Ser en su aspecto dinámico. Es por eso que
todo aquello que disfrutamos nos conecta con el poder que está detrás
de toda la creación.
La siguiente es una práctica
espiritual que imprimirá poder y expansión creadora a su vida. Haga una
lista de varias de sus actividades de todos los días. Incluya
actividades que considere aburridas, irritantes, tediosas,
intrascendentes o que le produzcan tensión. Pero no incluya aquello que
deteste hacer puesto que se trata de algo que debería aceptar o
sencillamente dejar de hacer. En la lista puede haber cosas como
trasladarse hacia y desde el trabajo, comprar los víveres, lavar la
ropa, o cualquier cosa que le parezca tediosa o molesta. Después siempre
que esté realizando esas actividades, permita que se conviertan en un
vehículo para estar presente. Manténgase en estado de alerta y tome
conciencia de la quietud despierta y consciente que le sirve de telón de
fondo a la actividad. Pronto descubrirá que todo lo que haga en un
estado de alerta se convierte en fuente de gozo en lugar de irritación,
tedio o tensión. Para ser más exacto, lo que disfruta no es la acción
externa sino la dimensión interna de la conciencia de la cual se
impregna la acción.
Eso es encontrar la alegría del Ser
en el hacer. Si siente que su vida no tiene significado o que es
demasiado tediosa y llena de tensiones, es porque no ha traído esa
dimensión a su vida todavía. Tomar conciencia de la acción no es todavía
su principal objetivo.
La nueva tierra se manifiesta a
medida que crece el número de personas que descubren que el principal
propósito de la vida es traer la luz de la conciencia a este mundo y
utilizar su actividad, cualquiera que sea, como vehículo para hacerlo.
La
alegría de Ser es la alegría de estar conscientes. La conciencia
despierta toma entonces las riendas y se encarga de dirigir la vida,
desplazando al ego. Entonces descubrimos que aquello que veníamos
haciendo desde tiempo atrás comienza a expandirse de manera natural para
convertirse en algo mucho mayor, al impregnarse del poder de la
conciencia. Algunas de las personas que enriquecen la vida de muchas
otras simplemente a través de su acción creadora sencillamente hacen lo
que más disfrutan sin querer nada para sí mismas como consecuencia de
esa
actividad. Pueden ser músicos, artistas, escritores, científicos,
maestros, constructores, o pueden traer al plano de la manifestación
nuevas estructuras sociales o empresariales (empresas iluminadas).
Algunas veces, su radio de influencia permanece reducido durante algunos
años y después, súbita o gradualmente, una ola de poder creador baña lo
que hacen y su actividad se expande más allá de lo que pudieron
imaginar
y toca a un sinnúmero de personas. Además del gozo se
suma a su actividad una intensidad que trae consigo una creatividad muy
superior a la que podría lograr un ser humano común y corriente.
Pero
no hay que permitir que se suba a la cabeza porque es allí donde puede
estar oculto un remanente del ego. La persona sigue siendo un ser humano
corriente. Lo extraordinario es lo que llega al mundo a través de ella.
Pero esa esencia es compartida con todos los seres. Hafiz, el poeta
persa y maestro sufi del siglo catorce, expresó bellamente esta verdad:
"Soy el agujero de la flauta por la cual se desliza el aliento de
Cristo. Oíd su música".
EL ENTUSIASMO
Más
adelante hay otra forma como la manifestación creadora puede llegarles a
quienes permanecen fieles a su propósito interno de despertar. Un buen
día reconocen con toda claridad su propósito externo. Tienen una visión
grande, una meta y, a partir de ese momento, dedican todo su esfuerzo a
esa meta.
Generalmente, es meta o visión está conectada
de alguna manera con alguna actividad de la cual gozan enormemente y
que ya están realizando en menor escala. Es aquí donde emerge la tercera
modalidad del quehacer despierto: el entusiasmo.
Entusiasmo
significa gozar profundamente lo que se hace, además de tener el
elemento de la visión o la meta que se persigue. Cuando le sumamos una
meta al placer de lo que hacemos, cambia la frecuencia en la cual vibra
el campo de energía. Se agrega un cierto grado de tensión estructural,
como podríamos llamarla, de tal manera que el gozo se convierte en
entusiasmo. En el punto culminante de la actividad creadora impulsada
por el entusiasmo hay una cantidad enorme de energía e intensidad. La
sensación es la de una flecha en trayectoria directa hacia el blanco, y
que disfruta su viaje.
Un observador podría decir que
la persona está bajo estrés, pero la intensidad del entusiasmo no tiene
nada que ver con él. El estrés se produce cuando el deseo de llegar a la
meta es superior al deseo de hacer lo que hacemos. Se pierde el
equilibrio entre el goce y la tensión estructural, y esta última se
impone. El estrés por lo general es señal de que el ego ha regresado y
de que nos estamos desconectando del poder creador del universo. Lo que
queda es el impulso y el esfuerzo del ego que busca satisfacer su deseo,
de tal manera que es preciso luchar y "trabajar arduamente" para lograr
la meta. El estrés siempre disminuye tanto la calidad como la eficacia
de lo que hacemos bajo su influencia. También hay un vínculo estrecho
entre el estrés y las emociones negativas tales como la angustia y la
ira. El estrés es tóxico para el cuerpo y ya hay evidencia de que es una
de las causas principales de las enfermedades degenerativas como el
cáncer y la cardiopatía.
A diferencia del estrés, el
entusiasmo vibra en una frecuencia elevada, de tal manera que resuena
con el poder creador del universo. Ralph Waldo Emerson lo reconoció
cuando dijo que "nunca nada verdaderamente grande se ha logrado sin
entusiasmo".
La palabra "entusiasmo" viene del griego
en y theos que significa "en Dios". Y la palabra afín enthousiazein
significa "estar poseído por un dios". En efecto,nosotros por nuestra
cuenta no podemos hacer nada verdaderamente importante. El entusiasmo
permanente genera una ola de energía creadora y entonces lo único que
debemos hacer es "montarnos sobre esa ola".El entusiasmo imprime un
poder enorme a lo que hacemos, hasta tal punto que quienes no se han
conectado con el poder ven "nuestros" logros con asombro y podrían
equipararlos con lo que somos. Sin embargo, nosotros conocemos la verdad
a la cual se refirió Jesús cuando dijo, "Yo no puedo hacer nada por mi
propia cuenta".3 A diferencia de los deseos del ego, los cuales generan
una fuerza contraria directamente proporcional a la intensidad de esos
deseos, el entusiasmo nunca genera oposición. No genera confrontación,
su actividad no produce ganadores y perdedores; en lugar de excluir,
incluye a los demás. No necesita utilizar ni manipular a la gente porque
es el poder creador mismo y, por tanto, no necesita robarle energía a
una fuente secundaria. El deseo del ego siempre trata de recibir de algo
o de alguien; el entusiasmo de su propia abundancia. Cuando el
entusiasmo tropieza con obstáculos como pueden ser situaciones adversas o
personas obstruccionistas, nunca ataca sino que se limita a buscar
otros caminos, o cede y acoge al otro, convirtiendo esa energía
contraria en energía favorable.
El entusiasmo y el ego
no pueden coexistir. El uno implica la ausencia del otro. El entusiasmo
sabe para dónde va pero, al mismo tiempo, está perfectamente unido con
el momento presente, la fuente de su vivacidad, su alegría y su poder.
El entusiasmo no "desea" nada pero tampoco carece de nada. Es uno con la
vida, y por muy dinámicas que sean las actividades que inspire, no nos
perdemos en ellas. Y siempre deja ese espacio quieto pero intensamente
vivo en el centro de la rueda, un espacio central en medio de la
actividad, al cual, a pesar de ser la fuente de todo, nada lo afecta.
A
través del entusiasmo entramos en armonía perfecta con el principio
expansivo y creador del universo, pero sin identificarnos con sus
creaciones, es decir, sin ego. Donde no hay identificación no hay apego,
una de las grandes fuentes de sufrimiento. Una vez pasa la ola
creadora, la tensión estructural disminuye nuevamente dejando atrás el
gozo por lo que hacemos. Nadie puede vivir permanentemente en estado de
entusiasmo. Posteriormente llegará una nueva ola creadora, dando lugar a
un nuevo estado de entusiasmo.
Cuando se instaura el
movimiento de retorno hacia la disolución, el entusiasmo pierde su
utilidad. El entusiasmo pertenece al ciclo expansivo de la vida. Es
solamente a través de la entrega que podemos entrar en consonancia con
el movimiento de retorno, con el regreso al hogar.
Para
resumir, el gozo de lo que hacemos, sumado a una meta o visión que nos
motiva, se convierte en entusiasmo. No basta con tener una meta, sino
que, lo que hacemos en el momento presente debe ser el punto central de
nuestra atención. De lo contrario, dejaremos de estar en consonancia con
el propósito universal. Debemos cerciorarnos de que nuestra visión o
meta no sea una imagen inflada de nosotros mismos y, por tanto, una
versión disfrazada del ego, como querer convertirse en estrella de cine,
en escritor famoso o en empresario millonario. También debemos
cerciorarnos de que nuestra meta no gire alrededor de tener esto o
aquello, como una mansión al lado del mar, nuestra propia compañía o
diez millones de dólares en el banco. Una imagen engrandecida de
nosotros mismos, o la visión de tener esto o aquello no son más que
metas estáticas y, por tanto, no generan poder. Debemos asegurarnos de
que nuestras metas sean dinámicas, es decir, que apunten hacia la
actividad en la cual tenemos centrada nuestra atención y a través de la
cual estamos conectados con otros seres humanos y también con el todo.
En lugar de vernos como estrellas famosas o escritores exitosos, debemos
vernos como fuente de inspiración y de enriquecimiento para un
sinnúmero de personas a través de nuestro trabajo.
Debemos sentir
cómo esa actividad no solamente enriquece y confiere profundidad a
nuestra vida, sino a la de muchas personas más.
Debemos
sentir que somos la puerta a través de la cual fluye la energía desde
la Fuente inmanifiesta de toda vida, para beneficio de todos.
Todo
esto implica que nuestra meta o visión es ya una realidad en nuestro
interno, en el nivel de la mente y del sentimiento. El entusiasmo es el
poder a través del cual el plano mental se traslada a la dimensión
física. Es el uso creativo de la mente, razón por la cual no hay deseo
de por medio. No podemos manifestar lo que deseamos; sólo podemos
manifestar lo que ya tenemos. Podemos obtener lo que deseamos
esforzándonos arduamente y sometiéndonos al estrés, pero no es ése el
camino de la nueva tierra. Jesús nos dio la clave para utilizar la mente
de manera creativa y para la manifestación consciente de la forma
cuando dijo, "Todo lo que pidan en la oración crean que ya lo han
recibido y lo obtendrán".
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