El Kintsugi es una técnica japonesa mediante la cual piezas de cerámica rotas son reconstruidas usando polvo de oro mezclado con el material usado para volver a unir dichas piezas. Esto hace que las cicatrices del objeto sean visibles y bellas.
La ruptura forma parte del proceso de la vida y el kintsugi creo que honra ese aspecto. Situaciones en las que algo se rompe. Algo físico o emocional también.
Leí una vez que la técnica consta de algunos pasos concretos como
- El accidente (la fractura del objeto y la reunión de los fragmentos)
- El armado (limpieza de las piezas y ensamble previo)
- La espera
- La reparación
- La revelación
Cada una de estas situaciones nos suponen un reto que aceptar e interiorizar.
La sorpresa y el dolor de la fractura. El sobreponernos a ella en un primer nivel y tomar la decisión de que próximos pasos dar. La elección del perdón.
El armado. Recoger con mucho amor y delicadeza las piezas rotas. Sin perder ninguna de ellas. Reconocer su estado y volver a aproximarlas a su lugar habitual. El cuidado.
La espera. La preparación de la masa que volverá a unir todas las piezas. Con un toque imprescindible de amor en forma de polvo de oro. El amor que embellecerá la cicatriz y nos recordará la conexión con la naturaleza que hay escondida en cualquier cambio. En los cambios abruptos y dolorosos también hay una parte de renacer que nos cuesta a veces aceptar.
La reparación. Unir las piezas, sostenerlas y esperar el tiempo necesario para que vuelvan a unirse. La musica nos envuelve y las vibraciones de los diferentes sonidos se transmiten al objeto volviéndolo de nuevo a la vida.
La revelación. Transcurrido un tiempo el objeto vuelve a tener la fuerza original. Y las cicatrices forman parte de nuevo de su vida, de la vida. Como un recuerdo del dolor pero también de la superación.