miércoles, 17 de agosto de 2022

Soy un rio que fluye. Agua fría y clara que corre entre las piedras.

 Son las 18:00. Escribo en la mesa del salón. Junto a la maceta de cintas, a la imagen de Ganesha y a una taza de te chai. 

Las ventanas están abiertas. Entra un suave aire fresco del exterior. Hay nubes en el cielo. pero entre ellas se puede ver el sol. Ha llovido. Apenas unas gotas pero las suficientes para mí. Para mi señal. La señal de que hay armonía en el mundo. La señal de que a veces no se trata de entender las cosas sino de simplemente fluir con ellas. 

“El misterio de la vida no es problema que hay que resolver, sino una realidad que hay que experimentar.” - Frank Herbert, Dune.



Acabo de realizar una meditación-hipnosis-regresión relacionada con mi propósito de vida. Esa meta o hito que tanto busco y que tanto ansío. 

Ha sido como mirar el cielo de noche plagado de estrellas y de repente vislumbrar, ver todos los caminos que las unen. Las líneas que dan sentido a las historias mitológicas que le han dado vida. 

La luz de las estrellas. La luz de la luna, del sol. Tanto por escribir para poder recordar. 

Imágenes caóticas aparecen frente a mi. De muchas vidas diferentes. Situaciones de violencia, de miedo, de incertidumbre, de dolor... Corro por un campo seco y me abalanzo al suelo al filo del precipicio. Mi cuerpo queda en tierra y mi cabeza y brazo derecho al aire intentan alcanzar a la persona que hay suspendida sobre el abismo, agarrada a una simple rama que sobresale del precipicio. 

Se balancea y yo estiro la mano gritándole que se aferre a mi. No se quien es pero en mi interior todo lo que siento es que tengo que salvarla de la caída. En ese momento la figura, ella, levanta la cabeza y nuestras miradas se cruzan. Soy yo misma. Sorprendida, sobrepasada, por un instante pierdo la fuerza que me sostiene en la tierra y caigo con ella por el precipicio. Mi cuerpo es golpeado por las rocas que se cruzan en mi camino pero no siento dolor. Caigo al rio que fluye en la profundidad del cañón y me fundo con el agua al tiempo que sigo el camino con ella.  Seguidamente estoy en una pradera de hierba verde con algunas pinceladas de hierva seca. El chamán canta. Es mi abuelo. Reconoce en mi la magia de la conexión. Del la conexión mística entre los mundos. Soy la que sabe leer la naturaleza. Soy la que bebe de la energía de los ríos, de los árboles, de las montañas, del aire, de la vida que fluye. No puedo ser instruida como chamán pero seré un talismán de incalculable valor para la tribu. Y esto se traduce solo en fluir. Leer y transmitir. dejarme llevar por mi intuición y comunicar. 

"Hubo un tiempo en el que el hombre y las criaturas del agua estaban unidos. Ellas nos inspiraban, nos hablaban del futuro. El hombre escuchaba y todo se hacía realidad, pero el hombre no sabe escuchar. La necesidad del hombre de apropiarse de todo lo llevó a alejarse tierra adentro". La jovén del agua. M. Night Shyamalan.


Sigue la visualización guiada. Estoy tumbada. Siento en la espalda la humedad de la tierra. Los tréboles crecen rodeando mi cuerpo y abrazándose a mí como enredaderas. Me levanto y voy al río. Un río rápido de montaña. Estrecho y poco profundo. Un arroyo más que un río. Y me libero de toda la carga humana-corporal y salgo volando con unas grandes alas blancas. Todos Todas somos ángeles. Y sobrevuelo ciudades y desiertos, selvas, ríos, aldeas... y voy distanciándome de la tierra y al llegar al universo me desintegro en átomos y me fundo con la inmensidad. 

Me conducen a un encuentro con mi guía. Con una parte de mi misma. Sentada en una roca en un rio cerca de una poza de agua sobre la que no deja de caer el agua de una cascada. 

Y esa parte de mi misma, esa mujer de pelo largo y canoso que siempre desprende amor, sostiene un libro con una de sus manos. Y me hace sentir que es lo que vine a aprender a esta vida. 

Vine a aprender a liberarme de las limitaciones, de los obstáculos, de mi misma. Mi propósito en la vida no es lo que haga si no como lo haga. Con amor. Enseñando a los demás amor. Sembrando amor y buena energía. Despertando chispitas, pequeñas llamas en la gente.  Liberándome de mis propios prejuicios. De mis propios miedos. Vencer al lado oscuro aceptándolo y llenándolo de luz. 

La oscuridad es un vacío que puede llenarse de luz. Una luz que podemos irradiar nosotros mismos y que yo puedo potenciar en las personas. Y siento la conexión entre todas las mujeres de los libros que he leído. Y me siento llena de luz cálida que sale de mi interior y se proyecta al exterior inundándolo todo. 

Siempre creer y de sentir que es posible alcanzar lo que quiero alcanzar que es el camino de la luz y del amor. Andar ese camino llevando conmigo el amor y la luz. 

¿Qué es lo que te hace sentir bien? Ayudar a los demás. Estar y sentir amor junto a los demás. 

¿Qué es lo que el mundo necesita?  Necesita hacer realidad los sueños de cambio. De vivir en armonía con la naturaleza. 

La última frase del libro tiene una frase que dice "Ilumina". 

Y yo necesito aceptar y reconciliarme con mis errores. Quererme y permitirme vivir liberada. Sin miedo. Sin ataques. Con amor y con mimos. Reconociéndome perfecta con mis imperfecciones. Reconociéndome llena pese a mis vacíos. Y abundante, siempre abundante y agradecida por todo lo que tengo. Por lo más grande, que es sin duda, el amor.