domingo, 13 de mayo de 2018

Bicicletas amarillas para escapar.


Bueno. Volvemos a vernos por aquí. Después de bastante tiempo....
Son muchos los estímulos de la ciudad y bastante las situaciones de reflexión en el trabajo.
Un tiempo extraño en el que, por un lado siento que la costra que me envolvía desaparece y me siento viva, y por otro, oleadas de tristeza me golpean y me inundan.

Camino entonces por la calle y veo por primera vez esta bici justo en la esquina de la calle donde trabajo, mientras camino hacia la oficina. Y pienso que me encantaría cogerla y salir de allí pedaleando en ella. Sintiendo las cadenas romperse y el viento en mi cara. Y pienso, "no puedo hacerlo" e inmediatamente "claro que puedes". Y recuerdo el pequeño relato en el que un alumno le pregunta a su maestro de meditación como puede liberarse y el maestro le pregunta ¿quien te ata?.
¿Quien me ata? Nadie. Yo misma. Y eso pensé cuando vi la bici por primera vez. Y todas las siguientes veces que se ha cruzado en mi camino. Recordándome que realmente soy más libre para cambiar de lo que realmente pienso y me siento. Señales. 















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